Juan Carlos Ortiz
Dios nuestro Padre sabe nuestra fragilidad y como nos ama, nos justifica gratuitamente de nuestros errores y fracasos por su gracia. Jesús cargó con nuestras culpas y murió por nosotros pagando toda nuestra deuda.
Hebreos 12:14, 1 Pedro 1:15-16, 1 Tesalonicenses 4:3-7
Dr. Juan Carlos Ortiz
Ministerio Hispano de la Catedral de Cristal
Garden Grove, California
13-May-01
Primera Frase: Dios nuestro Padre sabe nuestra fragilidad y como nos ama, nos justifica gratuitamente de nuestros errores y fracasos por su gracia. Jesús cargó con nuestras culpas y murió por nosotros pagando toda nuestra deuda. "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" Romanos 8:1.
INTRODUCCIÓN
Yo tenía un alumno en la E.D. que venía todo desaliñado, sucio, si lavarse siquiera la cara, despeinado y como que había dormido con la ropa que traía puesta. Hablaba en voz alta en la clase, pegaba al de al lado, era muy inquieto. Yo deseaba que no viniera. Al visitarlo en su casa descubrí que sus padres eran alcohólicos y no se ocupaban para nada de él. Vivía como podía. Mi actitud hacia él cambió. Le compré ropa, le hice bañarse, lo peiné y lo traje a la clase. Desde el primer día comenzó a portarse mejor. Su estima personal había subido y quería cuidar su apariencia y su ropa. Al cambiar yo mi actitud hacia él. Él cambió.
A. AHORA QUE ESTOY JUSTIFICADO QUIERO SER SANTO
Un hombre que ustedes conocen, como muchos otros, llegó a la Iglesia atado por la droga y los vicios. El Señor lo cambió. Siempre le pedíamos que testificara como era antes y después de conocer a Jesús. Pero un día me dijo: Pastor, no me pida más que testifique, me da vergüenza decir lo que era, ya hace mucho que cambié, no quiero ni acordarme de esa vida. Dios dijo: "Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado." Jeremías 31:34, también nosotros debemos olvidarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo. Dice San Pablo que esas cosas "ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a santos." Efesios 5:3.
La santidad es la consecuencia de nuestra justificación. No debemos ser santos para ser justificados, sino que porque somos justificados queremos ser santos. Al saber que soy perdonado y por decreto divino "declarado justo, gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús" Romanos 3:24, comienzo a valorarme a mí mismo. Si valgo tanto para Dios, debo valer para mí. Comienzo a respetarme, a tener sed de dignidad, a estimarme y a amarme.
Ahora no quiero ser sucio, quiero juntarme con gente limpia, vestir mejor, peinarme mejor, vivir en una casa más linda, manejar un auto más nuevo y tenerlo siempre limpio y tener amigos más dignos. Comienzo a cuidarme lo que como, quiero tener un cuerpo más elegante. No pondré más veneno en mi boca, como el tabaco, la droga, grasas, excesiva azúcar o alcohol.
Tampoco me acostaré con cualquiera. Si soy mujer, el que me quiera tendrá que tener un noviazgo santo y de cierta duración para que nos conozcamos bien y casarnos. Ya no soy una persona barata que se vende por poco. Tengo valor. Si soy hombre, lo mismo, no cederé a las tentaciones de cualquiera que enseguida que nos conocemos quiere acostarse conmigo. Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo y yo lo compartiré solo con la persona que estoy seguro será fiel a mí para toda la vida 1 Corintios 6:15-20.
Ahora tampoco quiero que salga basura de mi boca. No más malas palabras, cuentos sucios, inmorales o verdes. No más chisme. Mi hablar será sí, sí y no, no. No haré una promesa que no voy a cumplir. Si prometo asistir a una reunión, iré a esa reunión o llamaré para avisar por qué no puedo ir. Ahora soy justo, Dios me justificó, ya no soy el de antes, ahora valgo y mi palabra vale. Todos comenzarán a respetarme al ver el cambio.
Trataré de no pedir más prestado. Eso es humillante, pero si pido, lo devolveré exactamente el día que prometí. Si sé que no voy a poder devolverlo, entonces no pido. ¿Por qué? Porque ahora tengo dignidad. Ahora soy justificado. Ahora he comenzado una vida nueva. Y lo más grandioso, me sale de adentro, no me lo están obligando, ¡quiero ser santo!
El cambio se notará en la higiene, la forma de hablar, de vestir, de tratar a los demás, de tratar al sexo opuesto, de respetar al cónyuge, a los hijos, a los padres, a los adultos, a la autoridad, en lo que como y cuanto, como cuido mi cuerpo, que cosas leo, que miro en la televisión. Una persona que no se valora a sí misma mira cualquier basura. Uno que se valora dice, yo no puedo perder tiempo mirando esa basura que no enseña nada. Novelas baratas, violencia, etc.
Dr. Juan Carlos Ortiz
Ministerio Hispano de la Catedral de Cristal
Garden Grove, California
13-May-01
Primera Frase: Dios nuestro Padre sabe nuestra fragilidad y como nos ama, nos justifica gratuitamente de nuestros errores y fracasos por su gracia. Jesús cargó con nuestras culpas y murió por nosotros pagando toda nuestra deuda. "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" Romanos 8:1.
INTRODUCCIÓN
Yo tenía un alumno en la E.D. que venía todo desaliñado, sucio, si lavarse siquiera la cara, despeinado y como que había dormido con la ropa que traía puesta. Hablaba en voz alta en la clase, pegaba al de al lado, era muy inquieto. Yo deseaba que no viniera. Al visitarlo en su casa descubrí que sus padres eran alcohólicos y no se ocupaban para nada de él. Vivía como podía. Mi actitud hacia él cambió. Le compré ropa, le hice bañarse, lo peiné y lo traje a la clase. Desde el primer día comenzó a portarse mejor. Su estima personal había subido y quería cuidar su apariencia y su ropa. Al cambiar yo mi actitud hacia él. Él cambió.
A. AHORA QUE ESTOY JUSTIFICADO QUIERO SER SANTO
Un hombre que ustedes conocen, como muchos otros, llegó a la Iglesia atado por la droga y los vicios. El Señor lo cambió. Siempre le pedíamos que testificara como era antes y después de conocer a Jesús. Pero un día me dijo: Pastor, no me pida más que testifique, me da vergüenza decir lo que era, ya hace mucho que cambié, no quiero ni acordarme de esa vida. Dios dijo: "Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado." Jeremías 31:34, también nosotros debemos olvidarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo. Dice San Pablo que esas cosas "ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a santos." Efesios 5:3.
La santidad es la consecuencia de nuestra justificación. No debemos ser santos para ser justificados, sino que porque somos justificados queremos ser santos. Al saber que soy perdonado y por decreto divino "declarado justo, gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús" Romanos 3:24, comienzo a valorarme a mí mismo. Si valgo tanto para Dios, debo valer para mí. Comienzo a respetarme, a tener sed de dignidad, a estimarme y a amarme.
Ahora no quiero ser sucio, quiero juntarme con gente limpia, vestir mejor, peinarme mejor, vivir en una casa más linda, manejar un auto más nuevo y tenerlo siempre limpio y tener amigos más dignos. Comienzo a cuidarme lo que como, quiero tener un cuerpo más elegante. No pondré más veneno en mi boca, como el tabaco, la droga, grasas, excesiva azúcar o alcohol.
Tampoco me acostaré con cualquiera. Si soy mujer, el que me quiera tendrá que tener un noviazgo santo y de cierta duración para que nos conozcamos bien y casarnos. Ya no soy una persona barata que se vende por poco. Tengo valor. Si soy hombre, lo mismo, no cederé a las tentaciones de cualquiera que enseguida que nos conocemos quiere acostarse conmigo. Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo y yo lo compartiré solo con la persona que estoy seguro será fiel a mí para toda la vida 1 Corintios 6:15-20.
Ahora tampoco quiero que salga basura de mi boca. No más malas palabras, cuentos sucios, inmorales o verdes. No más chisme. Mi hablar será sí, sí y no, no. No haré una promesa que no voy a cumplir. Si prometo asistir a una reunión, iré a esa reunión o llamaré para avisar por qué no puedo ir. Ahora soy justo, Dios me justificó, ya no soy el de antes, ahora valgo y mi palabra vale. Todos comenzarán a respetarme al ver el cambio.
Trataré de no pedir más prestado. Eso es humillante, pero si pido, lo devolveré exactamente el día que prometí. Si sé que no voy a poder devolverlo, entonces no pido. ¿Por qué? Porque ahora tengo dignidad. Ahora soy justificado. Ahora he comenzado una vida nueva. Y lo más grandioso, me sale de adentro, no me lo están obligando, ¡quiero ser santo!
El cambio se notará en la higiene, la forma de hablar, de vestir, de tratar a los demás, de tratar al sexo opuesto, de respetar al cónyuge, a los hijos, a los padres, a los adultos, a la autoridad, en lo que como y cuanto, como cuido mi cuerpo, que cosas leo, que miro en la televisión. Una persona que no se valora a sí misma mira cualquier basura. Uno que se valora dice, yo no puedo perder tiempo mirando esa basura que no enseña nada. Novelas baratas, violencia, etc.
"Si la salvación dependiera de cumplir los mandamientos, nadie podría estar seguro de ella."
B. LA SANTIDAD SE LOGRA SOLO POR LA FE, NO POR LA LEY
Los mandamientos, leyes, prohibiciones y amenazas son coerciones de afuera. Eso es un sistema obsoleto que fracasó Romanos 3:20, Hebreos 8:6-7, 13. La ley no ayuda en nada a la santificación, por el contrario, la ley nos hace ver el pecado y baja nuestra estima personal. La ley no puede hacernos justos Gálatas 2:16. Si pudiéramos obedecer los mandamientos escritos, entonces no hubiera hecho falta un Salvador Gálatas 2:21.
Pablo es muy estricto en cuanto a la gracia de Dios al punto que aunque él cree que "nada nos puede separar del amor de Cristo" Romanos 8:38-39, dice que hay una sola causa que nos puede separar: si un creyente, que profesó su fe en Jesús, se hace luego legalista, y comienza a creer y enseñar que para salvarse hay que guardar la ley, esa persona cayo de la gracia Gálatas 5:4. Es un rechazo total del Salvador Jesús. Es como decir: "yo me valgo a mi mismo, no necesito un salvador".
Además está probado por la práctica que aún los más santos de la Biblia, como David, que respetaban, leían y meditaban la ley día y noche Salmo 1:2; 119:97 y sabían que transgredirla significaba muerte, al no poderla cumplir, tuvieron que creer en la misericordia y la gracia de Dios y esa fe les justificó Salmo 32:1-2, 5; Romanos 4:6:-8.
La gracia de Dios no es algo nuevo que aparece recién con Jesús. Dios fue siempre un Dios de gracia, pero se fue revelando poco a poco. Costó mucho siempre a la mente humana entender la gracia. ¡Gracias a Dios por San Pablo!
San Pablo nos da ejemplos claros que Dios siempre actuó en gracia con el Ser Humano porque él sabe que nadie puede lograr la justicia y santidad por su esfuerzo propio. Nos da los ejemplos de Abraham Romanos 4:1-5, y de David Romanos 4:6-8, con lo cual prueba que Dios fue un Dios de gracia antes que exista la ley y después Romanos 4:9-15.
Si la salvación dependiera de cumplir los mandamientos, nadie podría estar seguro de ella. Por eso exclama: "Por tanto, es por la fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abram, el cual es padre de todos nosotros" Romanos 4:16.
C. LA SANTIDAD ES UN DESEO E IMPULSO DE ADENTRO
El valor de la virtud es que nazca adentro de uno. Hay muchos obreros que cumplen con las reglas de trabajo por obligación, pero odian al capataz que los vigila y al patrón que se las impone. Dios no quiere una relación de Patrón a obrero, sino de Padre a hijo, de amigos, de amor. El amor quiere agradar, desea dar placer a quien ama. Es una relación que produce alegría, tienen ganas de verse, de regalarse cosas, de abrazarse y besarse. Los besos de amor no pueden venderse ni comprarse, porque dejan de ser de amor.
El poder, la capacidad y la fuerza para ser santos, tal como la justificación, se logra también por la fe en dos grandes hechos:
Que nuestro viejo hombre, la naturaleza que no puede cumplir con los mandamientos de la ley, fue crucificada con Cristo.
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" Gálatas 2:20.
"Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos" Colosenses 2:12; Romanos 6:1-14. Nuestra fe debe decirnos que el débil e impotente, murió con Cristo. Debemos por lo tanto despojarnos del viejo hombre Efesios 4:22; Colosenses 3:5-9.
Y vestirnos del nuevo hombre Efesios 4:23-24, Colosenses 3:10-17. Este nuevo hombre es el que tiene un nuevo corazón y un nuevo espíritu Ezequiel 36:26-27. Es el que desea las "Cosas de arriba" Colosenses 3:1-4. Este nuevo hombre es Cristo Romanos 13:13-14. Dios lo hizo a Cristo todo lo que quería que fuéramos nosotros y luego nos puso a nosotros en Cristo y a Cristo en nosotros 1 Corintios 1:26-31, especialmente los versículos 30 y 31. Nosotros estamos completos en Cristo Colosenses 2:9-10.
Creamos que nuestro hombre viejo heredado de Adán fue crucificado y sepultado con Cristo, y creamos que ahora "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí". Soy una nueva persona.
INVITACIÓN
La vida del Cristiano es una vida de fe. "El justo vivirá por la fe" Romanos 1:17. Yo creo que Dios me justificó, que el viejo Juan Carlos fue crucificado, sepultado y nacido de nuevo con Cristo. Soy otra persona: Cristo vive en mi.
No tenemos que llorar, ni pedir. Es un engaño de Satanás hacernos creer que estas cosas están lejos en el cielo y que hay que pedirlas hasta que vengan. Esto ya ha sido logrado por Jesús, ya es nuestro, lo logramos con solo creerlo Romanos 10:3-13. ¡Te invito a Creer!
Ahora que somos justificados, tal como el niño que al verse limpio se siguió limpiando, nosotros también seremos santos porque Nuestro Padre es Santo.
ORACIÓN: Señor, gracias por darnos a Jesús. Él nos libró del poder del maligno y nos trasladó a su Reino. Nos libró de la esclavitud de pecar matando nuestra vieja naturaleza. Y nos dio su vida, su espíritu para ayudarnos a cambiar de pecadores a santos. Amén.
Los mandamientos, leyes, prohibiciones y amenazas son coerciones de afuera. Eso es un sistema obsoleto que fracasó Romanos 3:20, Hebreos 8:6-7, 13. La ley no ayuda en nada a la santificación, por el contrario, la ley nos hace ver el pecado y baja nuestra estima personal. La ley no puede hacernos justos Gálatas 2:16. Si pudiéramos obedecer los mandamientos escritos, entonces no hubiera hecho falta un Salvador Gálatas 2:21.
Pablo es muy estricto en cuanto a la gracia de Dios al punto que aunque él cree que "nada nos puede separar del amor de Cristo" Romanos 8:38-39, dice que hay una sola causa que nos puede separar: si un creyente, que profesó su fe en Jesús, se hace luego legalista, y comienza a creer y enseñar que para salvarse hay que guardar la ley, esa persona cayo de la gracia Gálatas 5:4. Es un rechazo total del Salvador Jesús. Es como decir: "yo me valgo a mi mismo, no necesito un salvador".
Además está probado por la práctica que aún los más santos de la Biblia, como David, que respetaban, leían y meditaban la ley día y noche Salmo 1:2; 119:97 y sabían que transgredirla significaba muerte, al no poderla cumplir, tuvieron que creer en la misericordia y la gracia de Dios y esa fe les justificó Salmo 32:1-2, 5; Romanos 4:6:-8.
La gracia de Dios no es algo nuevo que aparece recién con Jesús. Dios fue siempre un Dios de gracia, pero se fue revelando poco a poco. Costó mucho siempre a la mente humana entender la gracia. ¡Gracias a Dios por San Pablo!
San Pablo nos da ejemplos claros que Dios siempre actuó en gracia con el Ser Humano porque él sabe que nadie puede lograr la justicia y santidad por su esfuerzo propio. Nos da los ejemplos de Abraham Romanos 4:1-5, y de David Romanos 4:6-8, con lo cual prueba que Dios fue un Dios de gracia antes que exista la ley y después Romanos 4:9-15.
Si la salvación dependiera de cumplir los mandamientos, nadie podría estar seguro de ella. Por eso exclama: "Por tanto, es por la fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abram, el cual es padre de todos nosotros" Romanos 4:16.
C. LA SANTIDAD ES UN DESEO E IMPULSO DE ADENTRO
El valor de la virtud es que nazca adentro de uno. Hay muchos obreros que cumplen con las reglas de trabajo por obligación, pero odian al capataz que los vigila y al patrón que se las impone. Dios no quiere una relación de Patrón a obrero, sino de Padre a hijo, de amigos, de amor. El amor quiere agradar, desea dar placer a quien ama. Es una relación que produce alegría, tienen ganas de verse, de regalarse cosas, de abrazarse y besarse. Los besos de amor no pueden venderse ni comprarse, porque dejan de ser de amor.
El poder, la capacidad y la fuerza para ser santos, tal como la justificación, se logra también por la fe en dos grandes hechos:
Que nuestro viejo hombre, la naturaleza que no puede cumplir con los mandamientos de la ley, fue crucificada con Cristo.
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" Gálatas 2:20.
"Sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos" Colosenses 2:12; Romanos 6:1-14. Nuestra fe debe decirnos que el débil e impotente, murió con Cristo. Debemos por lo tanto despojarnos del viejo hombre Efesios 4:22; Colosenses 3:5-9.
Y vestirnos del nuevo hombre Efesios 4:23-24, Colosenses 3:10-17. Este nuevo hombre es el que tiene un nuevo corazón y un nuevo espíritu Ezequiel 36:26-27. Es el que desea las "Cosas de arriba" Colosenses 3:1-4. Este nuevo hombre es Cristo Romanos 13:13-14. Dios lo hizo a Cristo todo lo que quería que fuéramos nosotros y luego nos puso a nosotros en Cristo y a Cristo en nosotros 1 Corintios 1:26-31, especialmente los versículos 30 y 31. Nosotros estamos completos en Cristo Colosenses 2:9-10.
Creamos que nuestro hombre viejo heredado de Adán fue crucificado y sepultado con Cristo, y creamos que ahora "ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí". Soy una nueva persona.
INVITACIÓN
La vida del Cristiano es una vida de fe. "El justo vivirá por la fe" Romanos 1:17. Yo creo que Dios me justificó, que el viejo Juan Carlos fue crucificado, sepultado y nacido de nuevo con Cristo. Soy otra persona: Cristo vive en mi.
No tenemos que llorar, ni pedir. Es un engaño de Satanás hacernos creer que estas cosas están lejos en el cielo y que hay que pedirlas hasta que vengan. Esto ya ha sido logrado por Jesús, ya es nuestro, lo logramos con solo creerlo Romanos 10:3-13. ¡Te invito a Creer!
Ahora que somos justificados, tal como el niño que al verse limpio se siguió limpiando, nosotros también seremos santos porque Nuestro Padre es Santo.
ORACIÓN: Señor, gracias por darnos a Jesús. Él nos libró del poder del maligno y nos trasladó a su Reino. Nos libró de la esclavitud de pecar matando nuestra vieja naturaleza. Y nos dio su vida, su espíritu para ayudarnos a cambiar de pecadores a santos. Amén.
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